Retablo del Bautismo de Cristo

Retablo del Bautismo de Cristo

  • Agustín Espinosa

  • Madera dorada y lienzo

  • Siglo XVII

Como ocurre con el altar de san Juan Nepomuceno, también las pinturas del altar del Bautismo de Cristo están atribuidas al pintor mallorquín Agustín Espinosa, quién además se encargaría de dorar el marco rococó que recoge la obra en 1766. En este caso, el programa iconográfico está centrado en el Bautismo de Cristo ya que el altar estaba destinado a colocarse sobre la pila bautismal de la iglesia.

El altar posee tres lienzos, destacando en importancia y proporciones el que representa el Bautismo de Cristo. En él se muestra el momento en el que Juan el Bautista derrama las aguas del Jordán sobre la cabeza del Redentor, cuya figura ocupa el centro de la composición.

Sobre Él aparecen el Espíritu Santo y Dios Padre recogiendo así el pasaje perteneciente al tercer capítulo del Evangelio de san Mateo:

Inmediatamente después de ser bautizado, Jesús salió del agua; y entonces se le abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios que descendía en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz desde los cielos dijo:

— Éste es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido.

La obra, a pesar de mostrar las limitaciones de su autor en cuanto a la composición de las figuras, presenta un colorido brillante y un interesante tratamiento del paisaje que evidencian las características artísticas de su autor.

A derecha e izquierda aparecen dos lienzos ovales que recogen dos pasajes del Antiguo Testamento con los que se quiere reforzar la idea del poder regenerador de las aguas del bautismo. El de la izquierda nos muestra el arca de Noé en el momento en que, tras haber cesado el Diluvio, la paloma regresa con la rama de olivo en el pico. Este pasaje quiere ser símbolo de la nueva humanidad surgida de las aguas del Diluvio y de la alianza que Dios establecerá con su pueblo a partir de ese momento. En el lado opuesto encontramos otro lienzo en el que se representa la creación del mundo, concretamente el pasaje de la creación de las aguas, a través de la presencia del Espíritu Santo que se encuentra situado sobre la superficie del océano.

Todo este simbolismo relacionado con el agua se culmina con la presencia de la escultura de una cierva rematando el altar con la que se quiere hacer referencia al texto del salmo 41 en el que se puede leer:

Como busca la cierva

corrientes de agua,

así mi alma te busca

a ti Dios mío

El conjunto del altar se completa con la extraordinaria labor de talla del marco en estilo rococó, que está decorado con los símbolos iconográficos de san Nicolás: el libro con las tres bolsas en la parte inferior y dos ángeles niños que sostienen la mitra del santo y su báculo, hoy desaparecido. La pila bautismal, realizada en mármol blanco y negro fue ejecutada en 1746 por los canteros Vicente Mingot y Francisco Pasqual.