LA SANTA FAZ DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN ALICANTE
Desde 1489 se venera, de modo singular, en Alicante el Rostro de Jesucristo, la Santa Faz, meta de tantos peregrinos venidos a lo largo de los siglos hasta este lugar sagrado.
Son multitud de personas, tanto de modo individual como en grupo, quienes todos los días del año, y sobre todo, desde el segundo jueves de Pascua hasta el cuarto domingo de Pascua, se acercan al Monasterio de Clarisas Franciscanas, fundado en 1518, para ante la Santa Faz de Jesús suplicar la Misericordia divina. Todo ello hace de esta iglesia una referencia espiritual para los fieles de la diócesis de Orihuela-Alicante, de otros lugares de España y para la Iglesia universal.
La Sagrada Escritura nos desvela el Rostro de Dios y manifiesta el anhelo orante ante la Faz divina: «Oigo en mi corazón: “Buscad mi Rostro”. Tu Rostro buscaré, Señor; no me escondas tu rostro» (Sal 26, 8-9); «Mi alma tiene sed del Dios vivo, ¿cuándo entraré a ver el Rostro de Dios?» (Sal 41, 3); Isaías profetiza el Rostro del Siervo de Dios. Pero, sobre todo, en el Nuevo Testamento, el Rostro de Cristo, Dios hecho hombre, «brilló como el sol» en la Transfiguración (Mt 17, 1-8) y el conocimiento de la Gloria de Dios se revela en el rostro de Cristo crucificado y resucitado (cf 2 Co 4, 6).
Son numerosos los testimonios de fe y amor que la Santa Faz de Jesucristo venerada en Alicante ha suscitado. Sin embargo, lo más destacable, es la salvífica presencia activa del Señor para quienes se acercan a venerar esta imagen sagrada y vuelven a experimentar la Misericordia de Dios participando en la santa Misa o acercándose al sacramento de la reconciliación…, estando en oración silenciosa junto al Sagrario o ante la imagen de la Santa Faz… experimentar «qué hermosa es esta mirada de Jesús –cuánta ternura –. Hermanos y hermanas, no perdamos nunca la confianza en la paciente misericordia de Dios»[1]
En la historia de la Iglesia muchos han destacado por su devoción a la Santa Faz como los Pontífices Urbano VIII, Pío IX, León XIII y San Pío X, o Santa Gertrudis, Santa Matilde, San Cayetano Catanoso y más difundida hoy, la doctora de la Iglesia Santa Teresa de Lisieux, quien lleva en su nombre religioso «de la Santa Faz».
La devoción a la Santa Faz en Alicante
El inicio de la devoción en Alicante se debe a una lacrimación en el velo donde se encuentra el Rostro de Cristo, la Santa Faz, el viernes de Cuaresma 17 de marzo de 1489, además de otros fenómenos extraordinarios durante los días sucesivos.
Mucha documentación escrita sobre el origen de la devoción a la Santa Faz de Jesucristo en la ciudad de Alicante se ha extraviado. La más importante causa ha sido las diversas inundaciones sufridas en el Monasterio de las religiosas Clarisas Franciscanas. Así como también, la destrucción de los anaqueles del Archivo Municipal de la Ciudad durante el bombardeo de la escuadra francesa, al mando del Conde D’Estres, la última semana de julio de 1691.
El primer historiador que narra el origen de la devoción a la Santa Faz es Viciana Martín en Crónica de la ínclita y coronada Ciudad de Valencia y su Reyno. En su libro relata los hechos milagrosos acaecidos en el barranco de la Lloixa y en la Ermita de los Ángeles de Alicante:
«En la Huerta de Alicante ay un monumento so título de la sancta Verónica con convento de monjas del hábito y la regla de Santa Clara. La fundación de este Monasterio fue desta manera: a XVII de Marzo año MCCCCXCVIII. Mosén Pedro Mena, sacerdote rector de la Iglesia del lugar de Sant Joan, de la Huerta de Alicante, tenía en la Iglesia que havía traído de Roma un retrato o figura de la Faz de Christo Jesu nuestro redentor; a la cual los vulgares nombran Verónica; y estaba impresa en un delgado velo de seda; y con guarnición por las orillas estendida, de manera que la pudiesen contemplar, respetando el figurado. Y por ser pieza muy acabada en perfección y reverencia de todos; acaheció que los de la tierra, por falta de las aguas que del cielo cahían, votaron por hacer una procesión desde el lugar de Sant Joan al Monasterio de Nuestra Señora de los Angeles; que antes diximos; y el dicho rector puso la sancta figura en manos de fray Villafranca para que la llevase en procesión; y él entendió en ordenar las gentes; caminando y orando todos con mucha devoción, cuando llegaron en el lugar donde se fundó estre monasterio; dixo con multiplica das bozes fray Villafranca acorre y ayúdame, que la sancta Verónica pesa tanto que mis brazos no la pueden sostener; y luego acudieron clérigos y frailes, y lejos arrodillados en el suelo, todos circunstantes contemplaron y vieron salir del ojo derecho de la figura una lagryma gruesa; y aquella discurrió y baxó hasta el medio de la mexilla, y así se congeló, y quedó, y está hasta agora lágryma congelada y figurada en aquel delgado velo. Entonces todos los de la procesión fueron conmovidos a gtan devoción y con muy firme esperanza del remedio del cielo, y prosiguieron hasta llegar a la yglesia de Nuestra Señora de los Angeles, y predicándoles el Padre Fray Benito temiendo la sancta figura en sus reverendas manos, fue visto por todos los auditores elevado sobre el púlpito mas de veynte palmos en alto; y aparescieron en el ayre dos otras figuras como la que tenía en sus manos; y luego se condensó un nublado muy grande y en medio de una cruz que lo dividió en cuatro partes; y aquella devota agregación de gentes, con derramamiento de muchas lagrymas y gritos de Misericordia recurrieron al redentor de la vida, el cual, por su clemencia, fue servido darles abundantísimas aguas limpias y serenas; de manera que los fructos que por sequedad perescían, reverdescieron y multiplicaron por todos los campos. Toda esta hystoria tienen las monjas continuada y inxerida en los officios de la fiesta que celebran en aquella mysteriosa jornada».
En la narración señala que se hizo procesión con la Faz de Jesucristo, sin duda la primera de la innumerable lista de Ias organizadas hasta nuestros días.
Escolano, en su Crónica de Valencia especifica que admirados los concurrentes «todos los de la procesión fueron conmovidos a gran devoción, y con muy firme esperanza del remedio del cielo, prosiguieron hasta llegar a la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles; y predicándoles Fray Benito teniendo la santa figura en sus reverendas manos fue visto por todos los auditores elevado sobre el púlpito más de veinte palmos en alto; y aparecieron en eI aire dos otras figuras como la que tenía en sus manos; y luego se condensó un nublado muy grande; y en medio del una cruz que le dividió en cuatro partes…». Confirman el suceso: Bendicho, Fabiani, Viravens, Vidal Tur, Sala Seva y otros escritores.
La devoción a la Santa Faz se difundió con tan gran rapidez que sólo un año después, 1490, se construyó el primer templo y el Papa Inocencio VIII concedió Bula de indulgencias.
El 29 de enero de 1496, desde Tortosa, el rey Fernando el Católico, II de Aragón, aprobó los capítulos de la cofradía de la Santa Verónica en Alicante, lo que supuso un paso decisivo para fomentar la devoción popular a la Santa Faz.
El 17 de julio de 1518 se fundó el Monasterio de Clarisas Franciscanas. Y en 1526, como prueba de la extensión devocional a la Santa Faz, Juan Sebastián Elcano desde el océano pacífico redactó testamento ordenando cumplir una promesa en el Monasterio.
Todos los reyes y jefes de estado de España desde Carlos I han protegido y algunos incluso visitado el Monasterio para venerar la Santa Faz, entre otros: la reina Isabel II, el 27 de mayo de 1858, acompañada por San Antonio María Claret; el rey Amadeo de Saboya y su esposa Mª Victoria, el 15 de marzo de 1871; Alfonso XIII, el 17 de de enero de 1911; Francisco Franco, el 30 de mayo de 1952.
Son muchas las parroquias de la ciudad de Alicante que tienen una reproducción de la imagen del Santo Rostro de Jesucristo venerado en el Monasterio: Concatedral de San Nicolás, Ntra. Sra. de Gracia, San Francisco Javier, Buen Pastor, Corpus Christi, Vista Hermosa, Inmaculada, Virgen del Carmen, San Gabriel, San José de Carolinas, San Antonio; así como también en otras parroquias o ermitas de la diócesis: San Juan de Alicante, Muchamiel, Benidorm, etc. En distintas poblaciones de la provincia, se encuentran calles dedicadas a la Santa Faz u hornacinas que la piedad popular de los fieles mantiene: Benidorm, San Juan de Alicante, San Vicente, Cocentaina, Aspe, Novelda, Villena, etc.
Diversas Cofradías y Hermandades de Semana Santa de España que tributan culto a la Santa Faz o tienen como titular a la Verónica se vinculan con esta imagen como signo de mutua unión espiritual.
Aprobación Pontificia del culto a la Santa Faz
El 6 de agosto de 1490, se emite Bula otorgada bajo el pontificado de Inocencio VIII, a instancias del Cardenal Rodrigo de Borja (futuro Papa Alejadro VI), como Vicecanciller de la Sede Apostólica,[2] reconociendo el milagro de la lágrima y concediendo gracias espirituales (100 días de indulgencia) a quienes visiten el templo el 17 de marzo, el lunes de Pascua, Pentecostés y el 6 de agosto: «…en la cual se realizó el singular milagro, según hemos sabido hace poco y que sucedió cómo una lágrima salió de los ojos de la Santa Imagen en presencia de todos, por lo que el pueblo se consagró a la devoción de tan gran milagro»[3]. Esta concesión avivó en los fieles la devoción y el culto a la Santa Faz.
El Papa Clemente VII, el 30 de enero de 1525, en documento firmado por Hércules, Diácono, Cardenal de Rangónibus, concede «vivae vocis oraculo» a las religiosas del Monasterio de la Santa Faz, entre otros privilegios, poder celebrar la fiesta del Divino Rostro con Rito de Doble Mayor el 17 de marzo de cada año, «…y si viniere en Domingo, que se traslade el oficio dominical al siguiente día».
Gregorio XIII en 1577, concede jubileo plenario a los fieles que visiten la iglesia de la Santa Faz el 17 de marzo, desde las primeras vísperas del día 16. El Patriarca de Valencia, San Juan de Ribera, fue quien realizó el trámite ante el Santo Padre.
En el último tercio del siglo XVII, con motivo de la reforma realizada por San Pío V, suprimiendo los Oficios concedidos «vivae vocis oraculo», Urbano VII, a través de la Sagrada Congregación de Ritos, solicitó del Obispo de Orihuela, Antonio Sánchez de Castellar, la debida información acerca de los prodigios obrados por la Santa Faz, en especial el de la Lágrima, y aparición de las Tres Faces, como asimismo del culto que se le tributaba. El Obispo comisionó al Vicario foráneo Diego Muxica, canónigo, y al Síndico de la Ciudad para dichas investigaciones, y ante ellos el 20 de febrero de 1690 se examinó el lienzo destacando «una mancha sobre un velo delgado; que el color parece ser de sangre, polvo y sudor, no obstante que tiene los ojos, nariz y boca perfilados de pincel…». También en presencia notarial, declararon dieciséis testigos, los cuales unánimemente, declararon haber oído por tradición pública e inmemorial, heredada de sus mayores los prodigios y milagros que obró el Santo Rostro, y que eran públicos y notorios en la ciudad y en España, sin otra cosa en contra. Todo ello se envió a la Santa Sede.
El 16 de noviembre de 1685, Juan Monreal, escribe una carta a el jesuita Tomás Muni (…) , residente en Roma para que gestione ante el Papa la aprobación del Rezo de la Santa Faz, une a este escrito, una carta del Rey para el Agente General quien con Juan Monreal han de hacer la petición. Le indica que la una a las que el Obispo de Orihuela, el Cabildo de la Colegial y los Jurados han escrito pues «tendrá más fuerza».[4]
Cardenal Cibo,[5] Presidente de la Sagrada Congregación de Ritos, en carta de fecha 31 de julio de 1689, solicita al Obispo de Orihuela, Don Antonio Sánchez de Castellar, le informe de la verdad del hecho y juntamente le diga su sentir sobre la Santa Faz del Monasterio de la Verónica en Alicante.
El Obispo pide a la Ciudad de Alicante le suministren las pruebas “justificativas” de la historia, para poder hacer verdadera relación a la Sagrada Congregación.
Se le entregan las “pruebas, conjeturas y adminículos” que se expresan en él y justifican la dicha historia (se recogen en el libro).
Canónigo Diego Muxica, Vicario foráneo y comisario del Obispo como Delegado de la Sagrada Congregación de Ritos para el informe que pide sobre el Rezo de la Santa Faz
Fabiani dice que por los años 1689, don Fernando Valero, envía a Roma una descripción fehaciente de la simetría, y coloridos de la Santa Faz… a la substancia siguiente: Que la Tela, en que estaba efigiada la Santa Faz, no era de tafetán, sino una como muy fina gaza, como patentemente se reconocía en ella; que en lo relativo a las mejillas, frente, y parte de la barba, no se reconocía colorido el más mínimo sobrepuesto por pincel, sino imprimación como de sangre, viéndose distintísimamente todos los hilos del tejido; pero a lo que comprehendía, los Antiguos, queriendo gar mas forma de Rostro a aquella imprimación, retocaron con pincel las cejas, labios, y parte de la barba…»
El 19 de febrero de 1694, el Rey de España, desde Madrid, escribe a su Embajador en Roma en la que se consignan todos los hechos, para que se renueve la autorización del Oficio propio. A los pocos días, el Rey escribe al Cardenal Cibo en el mismo sentido. En el Archivo Municipal de Alicante se encuentran copias de dichas cartas.
«La general devoción del Reino de Valencia y de las provincias más remotas… por los milagros de la venerable Reliquia de la Santa Faz, que se venera en la Ciudad de Alicante… y por la devoción que yo tengo a esta Santa Reliquia… os ruego hagáis llegar a Su Santidad y cardenales que convenga para conseguir esta gracia, por ser cosa de piedad y agrado de Dios…».
El Padre General de la Orden Franciscana y Obispo de Oporto, Fray Marcos de Lisboa, en el Libro VII de su «Crónica antigua» menciona todos los prodigios ocurridos e intercede ante la Santa Sede para su aprobación.
Inocencio XII, el 25 de enero de 1718, con el Breve «apud Sta. Maria Maiore sub Annulo Piscatoris», concede indulgencia plenaria por 7 años para el día 17 de marzo, renovada hasta su muerte, y después por los Papas Inocencio XIII en 1723 y Benedicto XIV en 1741.
En 1763, el jesuita José Fabiani, escribe una «Disertación histórico-dogmática sobre la Sagrada Reliquia de la Ssma. Faz de Ntro. Sr. Jesucristo venerada en la ciudad de Alicante»
Después de examinar toda la documentación enviada a la Santa Sede, la Sagrada Congregación de Ritos, el 18 de febrero de 1794, autorizó rezar todos los años el 17 de marzo, un Oficio propio del Redentor, que ya estaba de uso en Venecia, añadiendo a la lección sexta estas palabras referente a la ciudad de Alicante:
«En la inmensa liberalidad que se dignó el Señor manifestar su clemencia en favor del pueblo de Alicante, por medio de la Imagen de su Unigénito Hijo, impresa a semejanza del prototipo que se venera en el Vaticano; a cuyos grandes beneficios y frecuentes prodigios sucesos, correspondió el Común de la Ciudad, construyendo un Templo y estableciendo en él una Comunidad de Religiosas para la custodia de aquella y su mayor culto, celebrando anualmente su fiesta el 17 de marzo, con gran concurso del pueblo y solemne»
Dichas palabras fueron revisadas, corregidas y autorizadas por el Cardenal Flangini, ponente en el asunto y por el Promotor de la Fe, Monseñor Luis Gardellini. Posteriormente, el Obispo diocesano, Antonio Sánchez de Castellar, cumplimentando el Decreto de la Sagrada Congregación, autorizó a todas las iglesias seculares y regulares dicho Oficio.
El 26 de febrero de 2004 la Congregación del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, aprobó, a instancia del Obispo diocesano Victorio Oliver Domingo, el texto de la Misa y Liturgia de las Horas de La Santa Faz, celebrada como solemnidad el 17 de marzo en el Monasterio de monjas de la Orden de las Clarisas de Alicante. Así también, el 24 de septiembre de 2003, fue aprobado el Calendario litúrgico propio de la Diócesis, y los Textos Litúrgicos propios el 26 de febrero de 2004, incluyendo el Jueves segundo de la Semana de Pascua la celebración de la Fiesta de la Santa Faz de N. S. Jesucristo en la ciudad de Alicante y Mutxamel y memoria obligatoria para toda la Diócesis Pío VI, el 11 de junio de 1794, autorizó al Cabildo de la Colegiata de San Nicolás, celebrar misa de la Santa Faz el jueves Dominica in albis.
La Penitenciaría Apostólica, por mandato del Sumo Pontífice Benedicto XVI, el 22 de febrero de 2011, concede Indulgencia plenaria, por decreto válido para siete años:
- el día 17 (de marzo), en la solemnidad litúrgica de la Santa Faz;
- desde el jueves de la II semana de Pascua, fiesta de la Santa Faz, hasta el domingo IV de pascua;
- cuantas veces participen en una santa peregrinación que en grupo se realice allí.
El Santo Padre Benedicto XVI, el 2 de enero de 2013, por medio de la Penitenciaría Apostólica, concede «Año Jubilar de la Santa Faz», por coincidir el 17 de marzo en domingo.
Peregrinaciones
Al cumplirse el primer aniversario de los prodigios obrados el 17 de marzo de 1489, y con motivo de la inauguración del nuevo templo en donde sería custodiada la imagen de la Santa Faz, se realizó la primera peregrinación, desde la Iglesia de San Nicolás, hasta su nueva morada. La piedad popular se caracteriza por peculiares formas y prácticas de devoción, de ellas destaca la peregrinación. Las reliquias de la pasión del Señor, entre las que se encuentra el Rostro Santo, atraen a innumerables fieles y peregrinos. Así ocurre también a lo largo de la historia de la devoción a la Santa Faz en Alicante.
Aquella Romería inicial, al declararse festiva en la ciudad de Alicante, la mencionada fecha aniversario, se repetía cada año con renovado entusiasmo, cuidando el Concejo, de acuerdo con el clero de San Nicolás, de su organización y ordenación.
En un principio, clero, pueblo y autoridades, se trasladaban a pie, cantando las Letanías de los Santos y otros cantos penitenciales. Llegados al Monasterio, eran recibidos a la entrada del Caserío por el Síndico de la Ciudad, que ostentaba su Pendón Mayor y Comisión del Concejo, acompañados por el capellán del Monasterio, con Pluvial y una Imagen del Divino Rostro. Entrando en el Templo, a tiempo que finalizan las Letanías, se descubre la imagen de la Santa Faz para celebrar la Santa Misa. Tras ella finaliza la «Peregrina oficial», quedando abiertas las puertas del Templo hasta bien entrada la noche.
En 1669, el IIIº Sínodo de Orihuela, dado el carácter festivo que había adquirido la «Peregrina» y el tiempo cuaresmal en que se celebraba, trasladó la fecha al segundo jueves de Pascua.
El historiador alicantino Padre Fabiani en 1763 en su disertación histórico dogmática afirma:
«…no sólo de Alicante y su contorno, sino de todo el Reino d Valencia y de muchos lugares y ciudades de España, acuden en acción de gracias por los beneficios recibidos… es cosa muy frecuente contemplar el desfile de penitentes descalzos, hacia el templo de la Santa Faz, tras desembarcar en esta bahía… No hay Navío o embarcación alguna de católicos que viniendo de Levante, y aun muchos al partir hacia aquella parte, que al llegar a la altura que está frente al Monasterio e Iglesia de la Santa Faz, no hagan salvas con sus cañones o pedreros. Incluso embarcaciones inglesas y holandesas las hemos visto saludar…».
A pesar de todos los cambios sufridos a lo largo de los siglos, la peregrinación conserva en nuestro tiempo los elementos esenciales.
La Peregrina oficial sigue iniciándose en la Concatedral de San Nicolás con la presencia del Obispo diocesano, el Cabildo de canónigos, las máximas autoridades civiles de la Ciudad y la Comunidad Valenciana y miles de personas que recorren los cinco kilómetros hasta el Monasterio rezando el Vía crucis.
Al llegar, siguiendo el protocolo que el rey Carlos II en 1669 redactó, se abre el Camarín que guarda el relicario con la imagen de la Santa Faz. El Obispo diocesano lo trasladada solemnemente para a continuación celebrar la Eucaristía.
La concurrencia cada vez mayor de peregrinos hace que desde 1974 la celebración de la Santa Misa se realice en la plaza de la fachada del Monasterio.
Durante los nueve días que siguen a la «Peregrina» la afluencia de fieles es muy notable.
Todos los días del año, desde los más diversos lugares, muchos de modo individual o en grupo peregrinan para venerar la imagen de la Santa Faz.
Rogativas y traslados
La devoción a la Santa Faz se manifiesta también mediante las distintas rogativas o traslados que con la imagen se han efectuado desde los inicios.
Los motivos han sido muy variados, pero siempre suplicando la Misericordia divina: por la sequía de los campos, epidemias o guerras, petición por la salud del rey, por acontecimientos notables (erección de la Colegiata de San Nicolás en Concatedral, la apertura del Concilio Vaticano II, el Vº centenario…).
La más antigua censada históricamente, tuvo lugar en el año 1545, con motivo de una sequía que agostaba la Huerta.
Traslado de la Santa Faz y romería por el Raval Roig de la ciudad de Alicante, 1942
El 4 de noviembre de 1618, el Concejo ciudadano acordó hacer rogativa para impetrar a la Santa Faz remedio a la esterilidad de los campos, experimentada en larga etapa, para lo cual se pasó recado, mediante el Subsíndico, a la Iglesia Colegial y Comunidades, a fin de comenzar las procesiones el martes inmediato.
A consecuencia de que la Orden Franciscana desde la primera manifestación de la Reliquia, estuvo ligada a su culto y veneración, el Provincial de Valencia, Fray Juan Insa, dio en el año 1636 Decreto de Estatutos con unas reglas para la mejor conservación del velo de la Santa Faz, culto en el Monasterio, normas para las rogativas, traslado a la Capital, custodia de las llaves e incluso protocolos en los traslados, siempre acompañados de representantes de la orden Franciscana, que durante la permanencia de la Reliquia en la colegiata y en número de cuatro, debía de velar día y noche, en todo momento, junto a ella, permaneciendo en oración.
Posteriormente, en 1669, el Monarca español Carlos II, en el estatuto XII de los generales concedidos a la ciudad de Alicante, se refiere a la Sagrada Reliquia y dispone:
«Que las llaves del sagrario de la santa Faz estén guardadas en el Archivo de dicha ciudad, en una arquilla cerrada con tres llaves, las cuales tengan el Justicia y los dos Jurados en “Cap de Cavalleros y Ciudadanos”, los cuales no pueden abrir ni dar lugar a que las dichas llaves sin el consentimiento de la corporación y mandamiento recibido del Notario de la Sala. Además, no se muestre la Santa Reliquia sino es a Príncipes o personas Eclesiásticas o seculares de tal calidad y suposición que se deba de permitir, con multas en contrario…».
En la «Información ad perpetuam rei memoriam de los milagros ocurridos en la Santa Faz de Alicante» redactada el 9 de febrero de 1690 por el Síndico especial Jaime Llop, en virtud de poderes otorgados por el Concejo de la Ciudad en sesión de 13 de diciembre del año anterior a instancias del Canónigo Diego de Moxica, Presbítero Vicario Foráneo de Alicante y del VaIIe de Elda, con el encargo de presentarla al Obispo de Orihuela Antonio Sánchez del Casteller, como Delegado de la Sagrada Congregación de Ritos, y cumpliendo eI informe de ésta, se dice en el punto 10º respecto de las rogativas:
«En las esterilidades comunes por falta de agua, como en las necesidades por tiempo de guerras, hambres y peste, el único refugio que tiene la Ciudad es el de la Santísima Faz, y así en estas calamidades se hacen rogativas y deprecaciones y se trae en procesión peregrina hasta uno de los ermitorios que hay fuera de dicha Ciudad y allí salen en procesión general el Cabildo, clero, Comunidades religiosas y el Magisterio y acompañándola con lo restante del pueblo y llevándola bajo palio -que trae el Magistrado-, con innumerables hachas y luces y haciéndole las salvas con los cañones de artillería de los Baluartes, y los barrios con morteretes, y otras invenciones de fuego, se lleva hasta la Iglesia Colegial y se coloca en el Sagrario del Altar Mayor, dándole la adoración de latría y teniéndole ordinariamente tres días, y en ellos se celebran solemnes oficios, con sermones por la mañana, y por la tarde las Comunidades religiosas hacen sus estaciones, cantando diferentes preces y, al cabo de los tres días, se restituye a su Convento, sacándola hasta el ermitorio de fuera de la Ciudad con las mismas demostraciones, solemnidad y procesión general con que entró y desde allí hasta el Convento en Peregrina».
Traslado de la Santa Faz a la Concatedral de Alicante. Marzo de 2009
Iglesia y Monasterio de la Santa Faz
En el año 1490, junto al barranco de Lloixa, donde tuvo lugar el milagro de la lágrima, se levantó el primer Templo. Medía 34 metros de longitud, por 10 de latitud, y toda su piedra se extrajo de la Sierra de San Julián de Alicante.
En el año 1590, la creciente piedad y los donativos de los fieles, dotaron al nuevo templo de un retablo renacentista. El cual, destruido en 1936, se ha sustituido por el actual de mármol y piedra blanca, creación barroca del arquitecto alicantino Juan Vidal, inspirado en la fachada del templo, y tallado por Tomás Rafael Ibáñez. Seguidamente, con la ayuda generosa de las limosnas de los devotos, y siempre bajo el patrocinio del Concejo Municipal, se construyeron el amplio claustro y varias habitaciones y oficinas para uso de sus servidores y comunidad aneja.
Finalizadas las obras del primer Templo y las indispensables dependencias en torno al mismo, se confió su custodia a los religiosos de la Orden de San Jerónimo. Se ignoran las causas; mas pocos años después, los Jerónimos abandonaban la fundación, mediante entrega a la ciudad, representada por su Concejo, Patrono nato del Monasterio. Casi un siglo después, (1677-1680), se construyó el Camarín de la Santa Faz, de planta hexagonal, a modo de Oratorio. Uno de sus lados está ocupado por el pequeño altar sobre el que descansa la hornacina que guarda la venerada imagen de la Santa Faz de Jesucristo. En las restantes paredes se conservan cuadros de Conchillos, célebre pintor valenciano, que representa el milagro de la lágrima y la aparición de las tres Faces.
El Concejo alicantino, mediante el Conde de Oliva y el Provincial Franciscano de Aragón, Cataluña y Valencia, Fray Juan de Alcalá, gestionaron con la Abadesa del Convento de Santa Clara de Gandía la nueva fundación. El Pleno Municipal de la Ciudad de Alicante acordó la entrega del Monasterio a las Clarisas «por ser cosa santa y buena para el servicio de Nuestro Señor, honra de la Ciudad y conservación del edificio».
El 17 de julio de 1518, se fundó el Monasterio de Clarisas franciscanas con cuatro religiosas provenientes del Monasterio de Santa Clara en Gandía (Valencia).
La reducida Comunidad se vio sorprendentemente incrementada por numerosas vocaciones. A tal punto llegó su crecimiento, que de ella se originaron varias fundaciones como la de Jijona (1607) y posteriormente la de Oliva (1609).
La Comunidad de Clarisas Franciscanas está formada al presente por nueve religiosas.
Cúpula del Camarín de la Santa Faz
Relicario de la Santa Faz
En los primeros años carecía el Lienzo de la Santa Faz de toda protección, y descansando sobre una tabla, se exponía cerca del Altar Mayor; primero en la Iglesia de San Juan, y después en la de los Angeles, hasta que se trasladó a su propio Templo, en donde siguió expuesta.
Esta indefensión tenía sus inconvenientes, pues como afirman los cronistas, con motivo de las visitas de distinguidas personalidades al Santo Rostro, solicitaban encarecidamente pequeños fragmentos del Lienzo, cuya integridad estuvo en serio peligro.
El Provincial Franciscano de Valencia decretó la prohibición de tocar la Reliquia, quedando encerrada en su Tabernáculo, cerrado con dos llaves, que guardaron la Abadesa del Monasterio y la Municipalidad de Alicante. Desde entonces, un cerco de plata a modo de Relicario, sin ostentación ni adorno, enmarcó la Reliquia, que salvaguardada, quedó en el Sagrario del primer Altar, defendida por rejas de hierro con cerraduras.
A través del cristal anverso del relicario, se observa un lienzo pintado con la imagen bizantina de la Santa Faz. Una cruz roja, cerrada en doble circunferencia del mismo color. Por el cristal reverso se aprecia otro lienzo, con la Imagen de la Virgen Dolorosa.
En el año 1799, el Relicario-cerco de plata fue sustituido por otro, superior en valor y arte, que donó el primer Conde de Soto Ameno. En él se ostentó la Santa Faz hasta octubre de 1829, que se la situó en el actual Relicario de plata sobredorada. Consiste en un cerco liso, encerrado en un marco cuadrado y labrado en cuyos extremos le adornan cuatro cabezas de ángeles y le circundan una guirnalda de hojas de vid y de espigas. Una cadena de oro, que le rodea, es obsequio de D. Manuel Senánte y Sala en el año 1859. El Relicario va montado sobre un astil a una peana chapeada de plata y también dorada a fuego. Es obra del orfebre alicantino Manuel Amérigo, quien para su construcción fundió antiguas joyas de oro y plata que ofrecieron devotos de la santa Faz. Organizó la colecta pro-relicario Pastor, canónigo de la Colegiata alicantina y más tarde, Deán de Orihuela. Es de estilo renacentista, coronado por una pequeña cruz, ligeramente inclinada, debido al roce con el techo del Sagrario, al ser extraída de él.
Patronazgo civil
El primer Patronato fue constituido por Resolución capitular de 5 de febrero de 1518, cuando es redactada la escritura de donación a las religiosas de Clarisas Franciscanas, ante Cristóbal Puigvert, Escribano de Sala del Ayuntamiento de Alicante. La Reverenda madre Abadesa, Sor Clara de Verdegal y hermanas fundadoras del convento de la Santa Faz, reciben el monasterio, reservándose el concejo alicantino el patronazgo de dicho convento a perpetuidad, recayendo en el Justicia y Jurados de la ciudad de Alicante, con el oportuno permiso del Padre Provincial de la orden Religiosa de San Francisco; dación que se confirma el 21 de febrero de dicho año.
Recibía el legado el Padre Juan Amador, guardián de la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia, habitado por los antiguos religiosos franciscanos del Santuario de Nuestra Señora de los Ángeles.
Para perpetua memoria fue colocada una lápida de mármol en el Presbiterio de la Iglesia de la Santa Faz con inscripción en latín: «Domus, Coetus Templi Patronam Testor Alonam 1518».
Prueba fehaciente del Patronato que sobre el Monasterio ejerce la Ciudad, por medio de su Ayuntamiento, es la que se desprende de las Ordenanzas que, el 4 de julio de 1747, dicta el Rey para la Ciudad de Alicante.
En el año 1794, acordó la Corporación Municipal de Alicante, que en las vaderas de los dos batallones organizados en la ciudad, y mandados por el Marqués de Peñacerrada, para defensa de una posible invasión, se bordase el escudo de armas de Alicante, y en su centro la imagen de la Santa Faz. Las patentes de sanidad que se expendían a las embarcaciones, que desde el puerto alicantino reanudaban su navegación, estaban presididas por su Efigie; y hasta las mazas de plata del Ayuntamiento, llevan grabadas la imagen.
Patente de sanidad del Puerto de Alicante, utilizadas a partir de 1620 aproximadamente.
Autor: Jose Luis Casanova Cases
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[1] Papa Francisco, 7 de abril de 2013.
[2] El Papa Alfonso de Borja (Calixto III), creó a su sobrino Rodrigo de Borja cardenal diácono de San Nicolás "in Carcere" el 20 de febrero de 1456, junto con otro sobrino, Juan Borja Llansol. El 31 de diciembre de 1456 Calixto III lo nombró legado suyo para los Estados de la Marca de Ancona, donde demostró sus dotes de gobierno. El 1 de mayo de 1457 le confió el cargo de vice-canciller de la Iglesia Romana. Al ser nombrado obispo de Valencia tomó posesión de la Diócesis el 21 de julio de 1458, por medio de] canónigo de la Catedral, Antonio Bou. El 18 de junio de 1472 llegó Rodrigo de Borja a Valencia, donde permaneció algunos meses. Regaló a la Catedral ornamentos y reliquias, destacando la casulla con que Calixto III canonizó a San Vicente Ferrer. El 12 de septiembre de 1478 regresó a Roma, dedicándose a las misiones diplomáticas que le confiaron los papas Sixto IV (1471-1484) e Inocencio VIII (1484-1492).
El cardenal Rodrigo de Borja tenía gran influencia sobre el Papa Sixto IV. El Papa le entregó en encomienda las ricas abadías de Subiaco de Santa María de Valldigna, lo trasladó de su título cardenalicio diaconal de san Nicolás al obispado de Albano y, más tarde, al de Porto, con lo que pasó a ser decano del colegio cardenalicio. El 8 de julio de 1482 le concedió la sede de la diócesis de Cartagaena (a la cual pertenecía la ciudad de Alicante) hasta 1492. En tiempos de Inocencio VIII, se le concede las diócesis de Mallorca y Erlau (Hungría), así como otros muchos beneficios menores, que, sumados a los que ya poseía del tiempo de Calixto III, le convertían en uno de los cardenales más ricos del momento.
[3] En el Archivo Municipal de Alicante se conserva copia exacta de dicho documento.
[4] Archivo del Gesù en Roma. 1690.
[5] Cardinal Alderano Cibo (1683 – 1700.07.22)