Retablo de San Juan Nepomuceno

Retablo de San Juan Nepomuceno

  • Agustín Espinosa

  • Lienzo y madera dorada

  • Siglo XVIII

Realizado en la segunda mitad del siglo XVIII, el altar dedicado a san Juan Nepomuceno está destinado a reforzar varias de las ideas defendidas por la iglesia contrarreformista, como son la importancia del sacramento de la confesión, de la penitencia y de la conversión de vida. Estas ideas vienen apoyadas en el programa iconográfico que presenta el propio altar, que está formado por cinco lienzos, todos ellos atribuidos a Agustín Espinosa, pintor mallorquín afincado en Alicante durante el siglo XVIII.

El santo está representado en un interior siguiendo los elementos propios de su iconografía tradicional, apareciendo en pie, revestido de canónigo con bonete, sotana, sobrepelliz blanco y muceta de armiño y contemplando entre sus manos un crucifijo.

Su condición de mártir viene confirmada por la presencia de una palma que descansa sobre su brazo derecho y por la de un ángel que viene a coronarlo desde el cielo. A sus pies un ángel niño pide silencio, haciendo referencia así al motivo de su martirio mientras que otro sostiene una vara de lirios destacando de esta forma la virtud de la pureza del santo.

El santo fue canonizado en 1729 y su devoción y culto fueron muy difundidos por la Compañía de Jesús, algo que ha hecho pensar a algunos autores que este retablo proviene del colegio que los jesuitas tenían en nuestra ciudad.

A izquierda y derecha de este lienzo principal aparecen dos pinturas de formato oval que, como ya hemos dicho, inciden en la importancia de la penitencia, el arrepentimiento y la conversión dentro de la vida del cristiano. A la izquierda aparece representado San Pedro arrepentido en el momento en que el gallo canta tras haber negado a Cristo tres veces, mientras que a la derecha encontramos a la Magdalena haciendo penitencia tras haber abandonado su vida anterior por el seguimiento de Cristo.

La parte superior del retablo está rematado por un lienzo de pequeño formato en el que se representa a un ángel conduciendo a un alma hacia la Gloria Celestial, lo que parece reforzar el mensaje general del altar en el que se nos propone la penitencia como un camino que nos conduce al cielo. Cerrando el programa iconográfico de este retablo se nos muestra una pintura de gran delicadeza en la que aparece la Virgen velando el sueño del niño Jesús.