El interior del templo adopta la disposición en tres tramos claramente diferenciados, donde la geometría resulta de la mayor importancia para su ordenación. Su espacio está resuelto a partir de los trazados reguladores propios la arquitectura del clasicismo. Consta de tres cubos alineados según el eje longitudinal. A los pies queda la nave, a su vez subdividida en tres tramos iguales, disponiendo las capillas laterales entre los contrafuertes. Los alzados interiores están subdivididos en dos pisos superpuestos debajo del entablamento, sobre el cual arranca la bóveda de cañón seguido. En este tramo, ocupando una amplia superficie en planta, se encontraba el coro (suprimido en el año 1943) vinculado al presbiterio para los oficios y la liturgia. Su implantación suponía, por la interferencia espacial, una contradicción con el desarrollo lineal que sugiere la nave basilical.