Restauración Órgano Histórico

Órgano de la Concatedral de San Nicolás de Alicante

El pasado 18 de Marzo  de 2021, Juan de la Rubia, organista de la Capilla de la Sagrada Familia de Barcelona, fue el encargado de realizar el  primer concierto del nuevo órgano de la Concatedral de San Nicolás, tras la solemne Bendición del instrumento en la ceremonia presidida por el Obispo de la Diocesis, D. Jesús Murgui. Los 2.900 tubos de los que consta el instrumento, realizado por el organero Frédéric Desmottes, sonaron en lo que supuso un acontecimiento histórico para la Concatedral, que ha recuperado este elemento del patrimonio histórico, al tiempo que ha mantenido la caja del órgano que, fechada en 1580, es la más antigua de la Comunitat Valenciana, gracias a la financiación íntegra de la Exma. Diputación de Alicante.

El primer contacto que tuvimos con la Concatedral de San Nicolás fue en el año 2003, cuando miembros del Cabildo visitaron nuestro taller para pedirnos la construcción del pequeño órgano de un teclado, instalado ahora al lado del altar mayor. Este instrumento se inauguró al año siguiente y enseguida empezamos a hablar de la posible restauración del órgano histórico. En el año 2006 se organizó en Alicante la exposición de la “luz de las Imágenes” y en esta ocasión se reforzó la tribuna del órgano sin realizar ninguna intervención en el instrumento. Fue durante el verano del año 2016, tras haber presentado ya un proyecto a la Consellería, en el año 2007, cuando se decidió emprender la restauración-reconstrucción del órgano histórico de la Concatedral. Comenzamos por estudiar la historia de este instrumento y analizar el material que tenía en su interior para después determinar el programa de trabajo a realizar.

Aunque la Colegiata de San Nicolás, terminada en 1662 es de estilo barroco- herreriano, para algunos estudiosos la caja del órgano es anterior y dan como fecha de su construcción el año 1591. Ciertamente las decoraciones de los montantes de la fachada del órgano tienen motivos típicamente renacentistas con caras de indígenas americanos y frisos decorativos.

1668:   Bautista TORRES, instalación del órgano en la iglesia y
colocación de decoraciones.
1694:   Construcción de la Cadereta.
1755:    Matías SALANOVA, reconstruye el órgano, instala una
Cadereta nueva (más grande) y una barandilla nueva de forja.
1772:    Fermín USARRALDE, recompone el órgano. 1857:    Miguel ALCARRIA, reconstruye el órgano. 1931:    Se roban los tubos del órgano.
1948:   Juan GUILLAMÓN instalación de un sistema electro magnético.
1993:    Enrique MORENTÍN, colocación de tubos de trompetería exterior, de un tercer teclado expresivo y de tubería nueva en la Cadereta.

Podemos datar el material que ha llegado hasta nosotros en cuatro épocas diferentes (aparte de la caja del Órgano Mayor y de la Cadereta): Dos secretos de finales del siglo XVIII en la Cadereta; tres secretos de finales del siglo XIX en el Órgano Mayor, Dos secretos de la primera parte del siglo XX y tubería de dos épocas del siglo XX de zinc o in-
dustrial. No podíamos plantear una reconstrucción del instrumento según el modelo del siglo XVIII ya que solo se conservaban dos piezas de aquella época. El resto de material era tan variado y de tan mala calidad que no permitía reconstruir un hipotético estado coherente del órgano. Con este panorama empezamos a hablar con el Cabildo, el organista de la Concatedral y algún otro organista, para determinar cuáles eran las necesidades litúrgicas y musicales.

El órgano es una máquina compleja y sobre todo un instrumento al servicio de la música en un contexto bien determinado, lo que nos llevó en seguida a la pregunta ¿A qué música queremos servir?.
Orientamos el diseño del nuevo órgano para privilegiar la música desde el siglo XV hasta principios del XIX, incluyendo a los más grandes compositores españoles, Cabezón (1500-1566), Correa de Arauxo (1575-1654) ó J.B. Cabanilles (1644-1712) entre otros; pero favoreciendo la época de mayor creación de repertorio para órgano con pedal que es sin duda la comprendida entre 1500 y 1750 en Alemania y centro de Europa con su punto culminante en las obras de Dietrich¡ Buxtehude.

(1637-1707) o Johann Sebastián Bach (1685-1750). Enseguida pensamos que el estilo de los instrumentos del norte de Europa podía cumplir todas nuestras expectativas. Propusimos entonces un proyecto con la intención de inspirarnos por completo en aquellos instrumentos que fomentaron tanta música.

Han sido necesarias casi 10.000 horas de trabajo para llevar a cabo la reconstrucción total del órgano. Este proceso implica también la fundición de láminas de aleación plomo-estaño para la fabricación de los tubos, el cepillado y el calibrado a mano de las planchas. Los análisis químicos de metal en instrumentos históricos nos revelaron que siempre tenían restos de bismuto, antimonio y cobre. Con el fin de acercarnos lo más posible a estas aleaciones y así garantizar un buen envejecimiento del metal y una mayor solidez de los tubos, fundimos metal con esos elementos para lograr láminas con las mismas características.

Todos los elementos del órgano, teclados, pedalero, secretos, fuelles, mecanismos…, se han fabricado en el taller, siempre utilizando materiales nobles y maderas macizas como roble, pino, arce, boj, ébano, etc. y con pieles de cordero de curtido especial, cuero, hierro, plomo y estaño.

En ningún caso se utilizaron materiales no aptos en la práctica del arte de la organería, como contrachapados, aglomerados de madera, piezas de plástico,  planchas de metal laminadas o cepilladas a máquina.

El único elemento de procedencia externa es el ventilador eléctrico que sirve para proporcionar aire a los cuatro fuelles de cuña cuando se utiliza la luz eléctrica, aunque se puede tocar el órgano solo utilizando los fuelles manualmente, gracias a unas básculas que un manchador puede accionar con los pies para así reproducir las condiciones que antaño tuvieron los antiguos maestros.

El mundo en que vivimos se destaca  por la velocidad. El teléfono, la televisión e Internet nos pueden acercar “al instante” a lo que se encuentra a miles de kilómetros de distancia. Nos hace sentir que “todo” está al alcance de la mano y casi no existe el deseo, la espera o la paciencia. En cambio, la construcción de un instrumento de música como este órgano de la Concatedral de Alicante, para tocar un amplísimo repertorio, nos vuelve a otra realidad. No se trata de un producto industrial, ni sale de una fábrica de alta producción, sino todo lo contrario; se piensa, se estudia y se fabrica artesanalmente por un equipo de artesanos, para que se pueda apreciar hoy y durante mucho tiempo. Es algo fuera de las modas pasajeras.

La creación de patrimonio es aún una preocupación que sigue siendo prioritaria para unos pocos en un mundo en el que los valores humanos están siendo relevados por el materialismo y el individualismo. Con este magnífico ejemplar del “saberhacer” de los artesanos del presente, se ha traspasado el tiempo, y se ha puesto en marcha un personaje con voz propia, cargado de la memoria de su pueblo. Con él cantará durante las liturgias y celebraciones, acompañándoles tanto en los momentos felices como en los dolorosos, y convertirá el soplo en música y la música en canto y alabanza al Señor.

El Órgano: Significado de su Presencia

La Iglesia ha considerado tradicionalmente el gran valor de los órganos de tubos destinados a la celebración litúrgica. A partir del siglo VII el órgano fue adoptado por la Iglesia Católica como acompañamiento principal a los servicios religiosos.

El órgano de tubos añade esplendor a las ceremonias religiosas y levanta las almas hacia Dios.

Así lo expresó el Concilio Vaticano II al tratar, en la Constitución Sacro-sanctum Concilium, la dignidad de la música sagrada: “La tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la liturgia solemne… La música sacra, por consiguiente, será tanto más santa cuanto más íntimamente esté unida a la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la
oración o fomentando la unanimidad, ya sea enriqueciendo de mayor solemnidad los ritos sagrados.
Por tanto, el santo concilio establece lo siguiente: Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano
de tubos como un instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede añadir un esplendor admirable a las ceremonias de la Iglesia, levantando  poderosamente  las  almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales” (SC 120).

En la inauguración del órgano de la Alte Kapelle de Ratisbona, en septiembre  de  2006,  el  Santo  Padre afirmaba: “El órgano desde siempre y con razón, se considera el rey de los instrumentos musicales, porque recoge todos los sonidos de la creación y da resonancia a la plenitud de los sentimientos humanos, desde la alegría a la tristeza, desde la alabanza a la lamentación. Además, trascendiendo la esfera meramente. humana, como toda música de calidad, remite a lo divino. Las múltiples posibilidades del órgano nos recuerdan, de algún modo, la inmensidad y la magnificencia de Dios”.

El órgano de tubos exterioriza la ansiada unidad de la Iglesia.

En la Alte Kapelle también el Papa relacionaba el órgano con la necesaria unidad: “en un órgano, los numerosos tubos y los registros deben formar una unidad. Si en alguna parte algo se bloquea, si un tubo está desafinado, tal vez en un primer momento solamente lo perciba un oído ejercitado. Pero si varios tubos no están bien entonados, entonces se
produce un desafinamiento, y esto comienza a ser insoportable… Esta es una imagen de nuestra comunidad en la Iglesia. Del mismo modo que en el órgano una mano experta debe hacer continuamente que las desarmonías se transformen en
la debida consonancia, así también en la Iglesia, dentro de la variedad de los dones y los carismas, mediante la comunión en la fe debemos encontrar siempre el acorde en la alabanza a Dios y en el amor fraterno. Cuanto más nos dejemos trans-
formar en Cristo a través de la liturgia, tanto más seremos capaces de transformar también el mundo, irradiando la bondad, la misericordia y el amor de Cristo a los hombres”.

Proclama la acción de gracias al Creador de la belleza.

El órgano es pues el instrumento musical por excelencia que en la liturgia cumple esas dos funciones: da fuerza a la palabra cantada que se dirige a Dios, y cuando ya ésta no llega a expresar todo aquello que quisiéramos, se convierte en puro júbilo y alabanza.

(Mons. Jesús GarcíaBurillo, en la bendición del órgano
de la basílica de San Vicente, Ávila).

Lugar de encuentro entre creyentes y no creyentes.

La buena música sagrada, entre la que resalta la música de órgano, es lugar de encuentro para toda clase de personas, creyentes y no creyentes que, atraídos por la belleza y la fuerza de su música, pueden ser guiados a Aquel que todo lo tras-
ciende: “Lugar de oración para todos los pueblos: de este modo se pensaba en personas que conocen a Dios, por decirlo así, sólo de lejos; que no están satisfechos de sus dioses, ritos y mitos; que anhelan el Puro y el Grande; aunque Dios siga siendo
para ellos el “Dios desconocido”.

Más Datos sobre el Órgano de la Concatedral